viernes, 24 de agosto de 2012

Ojal en el alma.


Una vez cuando chica me retaron por darle de tijeretazos a una camisa, la hice pedazos en tan solo un minuto, digo asi como calculando al ojo. No tengo ni la más puta idea de por qué lo hice, ni como fluyó en mí la ira contra la pobre. Me vino el antojo y arracé con la indefensa. Pero y a quién le importan los sentimientos de una camisa, su vida, sus anhelos, que sé yo, esas cosas que inventan. Pero a mi hermana pareció aborrecerle el hecho. Como si por un momento de su vida hubiese sido capáz de tener empatía, y con la camisa... algo así como que se puso en los "zapatos" de aquella. Cuando la vió destrozada, inservible yacida por todo el patio de tierra, con la cara enagenada me pegó un cachetazo que me hizo dar vuelta la cara y cuando la miré desconcertada, con los ojos brillosos y la mejilla ardiendo, le dije que era una puta mal nacida. Tampoco recuerdo de donde y como pude decirle eso, apuesto que nisiquiera sabía cuando usar tamña ofensa, sólo la usé y le dí justo para que le doliese. Ella me miró fijo y me preguntó si yo sabía cuánto costaba hacer una camisa, pero cúan más costaba hacer un ojal.. Le pregunté de qué estaba hablando. Euforica tomó la camisa echa pedazos y bruscamente me hizo notar que en ella habían unos hoyitos bien hechos, fabricados, eran los hoyitos que sugetaban los botones de la famosa camisa. Me dijo que eso era una ojal y que costaba mucho hacerlos, días completos, costaba esfuerzo, manos y lágrimas de mujeres pobres.

En ese momento, no presté atención a lo que me dijo, ni el por qué. Sólo quise escabullirme rápido de la situación, ir en busca de mi muñeca y decirle que la camisa había sido la que por las noches no me dejaba dormir, así me sentiría más tranquila con mi conciencia.



Un par de otoños después, en una noche fría, sin poder dormir, recordé aquel día, y recordé también que mamá tenia rotos los dedos de sus manos, y que priscila le ayudaba por la noches a coser esos ojales. No me dejaban dormir.

Pero la mamá se fue con sus ojales, con sus suspiros y manos heridas.

Pero la camisa quedó penándome, ella y sus ojales heridos.

Y algo dentro me dolía, tenía un ardor, unas puntadas, algo me humedecía dentro. Y en la madrugada me miré al espejo con la sospecha; Ví mi alma desnuda, y en ella un ojal la atravesaba, y al interior de él podía ver a mi madre sollozar. Supe en ese instante que la camisa en venganza se había apoderado de mí, que me quería ver sufrir, pero sonreí porque su plan malévolo me hizo feliz, pues a través de ese hoyo en mi alma pude ver la mirada llorosa de mi madre que tanto extrañaba.

Iris.